Consumo de alambre en el campo argentino en 2025: tendencias y perspectivas del sector rural

El 2025 trajo consigo un cambio de tendencia: el consumo de alambre para proyectos en el agro muestra un crecimiento sostenido. Según relevamientos del INTA Bordenave, el costo de instalar 1.000 metros de alambrado tradicional de siete hilos cayó un 10% respecto al año pasado, alcanzando los $9,7 millones.

La recuperación no es menor si se tiene en cuenta que, entre 2020 y 2024, los incrementos en materiales para alambrado llegaron al 310% y los electrificadores aumentaron hasta 460%. Hoy, los productores encuentran un punto de equilibrio más favorable, donde la relación costo-producto vuelve a ser atractiva.

Estamos viendo que el alambre deja de ser percibido como un gasto y retoma su rol como inversión estructural para el campo. La baja de costos, sumada a las nuevas tecnologías en alambrados eléctricos, impulsa decisiones que habían estado en pausa”, explica Marcelo Pascual, presidente de Herpaco, compañía especializada en soluciones para el agro, industria y la construcción.

El informe del INTA detalla que el costo de un kilómetro de alambrado tradicional equivale a 3.340 kilos de novillo, 41,7 toneladas de trigo o 46,8 toneladas de maíz. Medir el gasto en productos agropecuarios, y no sólo en pesos, permite a los productores visualizar la inversión en términos de su propia producción.

El desglose es revelador: los materiales (postes, varillas y alambre) representan $5,4 millones, mientras que la mano de obra asciende a $4,3 millones. Esta proporción refleja cómo la presión en costos laborales se mantiene significativa, aunque la caída en el precio de materiales fue determinante para la reducción global del 10%.

Tipos de alambre más demandados

El consumo no es homogéneo: distintos sistemas y calidades de alambre tienen aplicaciones específicas en función del tipo de producción.

  • Alambre ovalado galvanizado 17/15: es el más utilizado en alambrados perimetrales y contención de hacienda. Su resistencia (725-800 kg) lo convierte en el estándar de referencia en campos ganaderos.
     
  • Alambre de púas Bagual: mantiene su vigencia en cercos de seguridad y manejo de animales.
     
  • Alambre para fardo: indispensable para el transporte y almacenamiento de forrajes.
     
  • Alambres eléctricos (Boyero 1,80 y 2,25 mm): muestran la mayor tasa de crecimiento, especialmente en ganadería intensiva y en proyectos agrícolas como viñedos.
     
  • Alambre ovalado Baqueano 16/14: opción más económica y versátil, elegida para grandes extensiones o animales dóciles.

Una de las tendencias más notorias es la expansión del alambrado eléctrico. Su menor costo inicial lo posiciona como una alternativa de rápida adopción.

  • Alambrado eléctrico semipermanente de 3 hilos: $2,7 millones por kilómetro, un 72% menos que el tradicional de 7 hilos.
     
  • Cerco eléctrico móvil de 1 hilo: apenas $156.000 por 500 metros, pensado para manejo rotativo o temporario de hacienda. 

En la última década, los sistemas eléctricos dejaron de ser vistos como una solución transitoria y hoy son parte de la infraestructura de manejo ganadero. Su flexibilidad y bajo costo permiten optimizar recursos, sobre todo en contextos de volatilidad”, sostiene Pascual.

Marcelo Pascual, presidente de Herpaco

Ganadería y agricultura: los grandes consumidores

La demanda se concentra principalmente en el sector ganadero, que no sólo renueva sus alambrados tradicionales, sino que incorpora divisiones eléctricas para mejorar la gestión de potreros y la rotación de pasturas.

En paralelo, el sector agrícola mantiene un uso estratégico del alambre galvanizado, tanto para protección de cultivos como para la sujeción en plantaciones. El alambre para fardo se volvió indispensable en la conservación de forrajes, mientras que proyectos vitivinícolas y hortícolas incorporan variantes eléctricas de mayor calibre.

El salto de precios de los últimos años obligó a los productores a medir con lupa cada decisión de inversión. En 2024, instalar un kilómetro de alambrado perimetral demandaba 2.721 kilos de novillo. En 2025, la cifra se elevó a 3.340 kilos, pero con una diferencia: la caída de precios en pesos amortiguó la presión real al comparar con la evolución de los precios agrícolas y ganaderos.

Este enfoque es el que explica la recuperación: los costos en productos del campo se redujeron un 25% en el caso de alambrados perimetrales y un 33% en divisiones eléctricas, lo que traduce una mejora concreta en la capacidad de inversión del productor.

Las expectativas para el segundo semestre de 2025 son positivas. Además de la tracción del agro, sectores como energía, petróleo, gas, minería y renovables se perfilan como nuevos demandantes de soluciones de alambrado, tanto para protección de activos como para delimitación de terrenos.

El consenso entre especialistas es que la recuperación en el consumo de alambre está lejos de ser coyuntural. La convergencia de tres factores —reducción de costos, diversificación de sistemas y expansión de sectores demandantes— configura un escenario favorable para el crecimiento sostenido.

El alambre, históricamente asociado a la vida rural, recupera protagonismo como herramienta estratégica en el desarrollo productivo argentino. No sólo se trata de cercar campos: se trata de habilitar un manejo más eficiente, de optimizar la producción y de asegurar el futuro de las explotaciones.

“En cada rollo de alambre hay mucho más que acero galvanizado: hay seguridad para el productor, previsibilidad para la hacienda y eficiencia para el campo. Esa es la verdadera dimensión de esta recuperación”, concluye Pascual.

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