Vanesa Alave: “Cómo hacer para que tu personal acompañe tu crecimiento”

Nota de opinión

Es frecuente para mi escuchar a dueños de pequeños negocios afirmando que su emprendimiento ya está listo para dar un gran salto de crecimiento, pero no lo encaminan por miedo a la complicada gestión del personal que eso implica. Afirman no tener tiempo ni voluntad para afrontar los constantes reclamos y falta de motivación. Se preguntan: “Si les pago un sueldo acorde, si las condiciones de trabajo son dignas, si no los estoy controlando minuto a minuto… ¿por qué siento todo el tiempo que les estoy debiendo algo?”

Por otro lado, y cotidianamente, escucho a los empleados decir que los dueños nunca tienen tiempo para ellos, que no saben cuáles son sus objetivos, hacia donde va el negocio, no saber que se espera de ellos, señalarles siempre los puntos negativos. Es como un loop en donde no se pueden determinar los orígenes ni el fin.

Ambas situaciones son clásicas de los procesos de expansión: al principio 2 o 3 conocidos o familiares trabajando juntos pero cuando el negocio despega y se suma gente, quien está al frente ya tiene que pensar y actuar con una postura más estratégica. Y va necesitando que el resto acompañe de forma ordenada y sostenida en lo operativo, adaptando y cumpliendo procedimientos para que pueda confiar en ellos y que algunas cosas sucedan ya sin su intervención. Y esas cosas suceden, pero de otra forma. Y aquí cuando se genera lo que en Recursos Humanos llamamos un “punto de dolor”, algo que para encaminarlo hay que extirpar y cambiar.

No hay ninguna ciencia cuando como profesionales de la Comunicación hacemos este tipo de Intervenciones: el principal conflicto radica siempre en las cosas que no se dicen. En los factores que no se contemplan. En capacidades que no se conocen. En ideas que no se comparten. Una falla en algún componente de la comunicación organizacional.

Estas intervenciones se postergan generalmente porque el día a día “te lleva puesto”, porque el otro a veces son esos empleados que fueron leales en los comienzos, porque la confianza que dan con su honestidad en el manejo de dinero o herramientas hace que el resto de los temas pierda peso, porque no quieren incomodarlos o que vengan a trabajar con mala cara. Porque es mucha carga emocional saber que hay familias que dependen de sus trabajadores. Porque salir a buscar personas nuevas es una fiaca por estos tiempos. El otro también puede ser un jefe que admiro, que me dio una mano cuando más lo necesitaba, que me dio la gran oportunidad y al que no quisiera confrontar. O porque como empleado tengo miedo de perder mi trabajo si digo lo que pienso realmente. O porque ya pasó que hablé y nada cambió.

La paradoja de este loop: dueños incomodos en sus propias empresas, viendo que las cosas no salen como ellos quieren. Empleados que no entienden al jefe (¿Por qué no está contento con semejante empresa?), que llegan a trabajar sin energía ni motivación. ¿Necesita una organización un indicador más fuerte que este para encaminarse hacia un cambio?.

Ocuparse de este punto de dolor es una cuestión de negocio. Nada tan bueno surge de personas que los generen, fabriquen o vendan en un clima de malestar. Y no hay otra alternativa que conversar los temas claves, buscar puntos en común, trabajar sobre las diferencias y establecer planes de acción para encaminar distorsiones. Por supuesto que es más fácil encerrarte en una oficina o escritorio y dejar que todo siga su curso, por eso digo que gestionar es para valientes.

Hace falta mucho coraje y todas las acciones demandan tiempo, paciencia y respeto entre las partes. Lo claro es que ninguna puede hacerse la desentendida. No va a cambiar nada si los empleados o los jefes quedan afuera y no se involucran.

La empresa que cada dueño ha ido formando merece este esfuerzo, esta “incomodidad”, que les aseguro es sólo del principio. Una vez que se ponen con las manos en la masa es tal la vorágine de cosas positivas que comienzan a suceder y el compromiso de las personas que se van sumando que el camino se ve mucho más corto y más claro. Y agrego un efecto colateral de la valentía: es sumamente contagiosa. ¡Vayan por ella y trabajen sobre esa Comunicación! Cuando en una empresa pasan cosas buenas, les aseguro que nadie quiere quedarse afuera.

Por Vanesa Alave
Consultora en gestión del capital humano
Contacto: rrhhcharlas@gmail.com
Instagram: @vanealave

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